Archivo de Trampería

Posted in Lobo Negro with tags , , , , , on 17 noviembre, 2010 by lobonegrosupervivencia

Retomamos de nuevo el milenario arte de la trampearía. Pero antes de iniciar este interesante viaje, deseo dar mis agradecimientos a dos de mis alumnas, por su importantísima colaboración con la escuela de supervivencia que dirijo. Ya que gracias a las magnificas ilustraciones de Miriam Lorente García y a los fenomenales montajes de Jéssica Mellado Escalera, los seguidores de Lobos Negros, Supervivencia y Legado, podrán conectar mejor con todo el humilde conocimiento y vivencias que un servidor desea transmitir al público, para acercaros un poco más a nuestra madre naturaleza y reencontrar de nuevo nuestros orígenes.   

         En los apartados que trataremos seguidamente, podremos disfrutar de las excepcionales ilustraciones de Miriam y de los formidables montajes de Jessica. Un trabajo realizado por ambas lobas cuya finalidad, es enriquecer a todos aquellos seguidores que siguen las huellas de lobo negro.

CEPOS

Aunque la mayoría de las especulaciones respecto a la creación de dicha trampa, la cual se sitúa con el descubrimiento de los metales, concretamente del cobre y del hierro, cabe la posibilidad que esta existiese ya en el periodo del Neolítico. También la aparición de tales artilugios, concretamente el cepo de arco, en varias pinturas rupestres ubicadas en varios puntos de la geografía de nuestro país, nos hace pensar que los cazadores de la prehistoria ya empleaban este artilugio para cazar.

LOS CEPOS DE ARCO

         Este peculiar cepo al parecer esta estrechamente vinculado con el arco lanza flechas. Pues su mecanismo principal es un arco que tiene la función de cargar las orquillas con la torsión o rizo de la cuerda que este dispone. Pero esta hipótesis no deja de ser una especulación, eso sí, basada en una lógica elemental, pues para la fabricación de este artilugio se empleaban materiales naturales como la madera y cuerdas elaboradas de cáñamo, esparto, piel o tendones. Por lo tanto, es más que probable, que esta trampa se remonte al Neolítico.

         El cepo de arco está destinado a presas como la perdiz, la tórtola, palomas, etc. El conejo, la libre, pueden ser atrapados también, si el arco es de un tamaño mayor y más resistente para poder conseguir una fuerza superior.

         Son conocidos por todos, aquellos cepos elaborados con hierro. Estos artilugios relativamente modernos, no son de nuestro interés, pues lo que verdaderamente interesa a un superviviente, es elaborar estas trampas con materiales que podamos encontrar en la naturaleza. Por ello, tomaremos especial interés en la confección de aquellos cepos que podamos elaborar con materiales naturales como pueden ser, la madera, ramas flexibles, cuero, tendones, tripas, cáñamo, etc. Es en este proceso artesanal, donde reside el verdadero espíritu de la supervivencia.

Trampería. La ancestral habilidad de la supervivencia.

Posted in Lobo Negro with tags , , , , on 17 septiembre, 2010 by lobonegrosupervivencia

La trampearía surgió por la necesidad de alimentarse y sobrevivir.

         Esta singular caza se remonta a un periodo de la historia del hombre que se pierde en el tiempo. Corresponde a una época en la que el ser humano tubo que recurrir a su inteligencia y, con toda probabilidad, el trampeo, la cacería tradicional, es la actividad más arcaica que los antiguos pobladores crearon.

         La imperiosa necesidad de alimentarse, hizo que nuestros antepasados dedicasen mucho tiempo a esta disciplina. Como hombres naturales que fueron, estos eran conocedores de las costumbres y querencias de lo animales. Fueron grandes observadores del medio natural en el que vivían. Tras ser dueños de esta crucial información, la cual les ofrecía al detalle los caminos que recorrían las bestias, sus horas de más actividad,  los alimentos que tomaban y otras querencias, el trampero ideó una gama muy variada de mecanismos eficaces e ingeniosos para capturar a sus presas. Es en este periodo de la historia cuando comenzó la trampearía.

         Mi pasión por las formas de vidas arcaicas y el respeto por mis antepasados, me condujeron a investigar estas formas de vida primarias. En un mundo donde la vida natural ha sido reemplazada por un modelo de existencia artificial y nociva, donde las huellas del pasado han sido borradas de la conciencia colectiva, me vi en la necesidad de rescatar de viejas bibliotecas, la escasa información respecto al tema que nos ocupa. También opte por viajar a lugares donde aun perduran, de manera efímera, los herederos de esta tradición. Y gracias a pastores, agricultores y a personajes de la vida rural, he podido rescatar información de crucial importancia. Pero fue una tercera alternativa, la que me condujo a adquirir la información más interesante. Esta consistió en adentrarme en la naturaleza durante largos periodos de mi vida y poner en practica los métodos de trampearía que había obtenido tras mi investigación. Comprobé, que cuando la necesidad de alimentarme alcanzaba niveles serios, un dispositivo natural activaba de manera incompresible mi ingenio. Todo al mi alrededor, se convertía en la materia prima, que trabajada con agudeza, se transformaba en una trampa precisa.

          Posiblemente en el Paleolítico Superior, los habitantes de la Península Ibérica ya empleaban rudimentarios artilugios para atrapar sus presas. La piedra en forma de laja o losa y la madera a modo de varas, las cuales formaban el dispositivo que hacía accionar la laja, fueron los primeros materiales utilizados para crear las primeras trampas.

Pero antes de continuar y aceros participes de este maravilloso viaje al pasado, me veo en la obligación de emitir una advertencia de importante naturaleza para mi conciencia.

         La intención de lobo negro es dar a conocer aquellos recursos que nuestros ancestros utilizaron para sobrevivir. La trampearía no puede caer en manos de individuos irresponsables que empleen estas técnicas como pasa tiempo, pues el daño que estos sujetos podrían causar a la naturaleza sería preocupante.

Las técnicas pues del trampero, tan solo deberían ser empleadas, en aquellas situaciones extremas donde nuestra vida corriera peligro. Por ello, jamás cometeré el error de especificar y enseñar las técnicas de trampearía, a través del blog divulgativo u otros medios informativos,  en los que la asociación de Lobos negros, transmite este antiguo Legado. La enseñanza y transmisión del antiguo arte de cazar, tan solo será expuesto y de manera detallada, en los seminarios de supervivencia que nuestra asociación organiza. También detallar, que aquellos que muestren un grado alto de cordura y sensatez, podrán ser instruidos profesionalmente en las técnicas de trampearía.

         Posiblemente las trampas de losa fueron los primeros mecanismos para cazar, pero por la lejanía de estos tiempos, es difícil asegurar que estas artimañas fueran las primeras que utilizaran nuestros ancestros. También cabe la posibilidad de que tales ingenios se remontaran a épocas más lejanas, entre unos 40.000 y 125.000 años. Existen estudios serios realizados en los campos de la arqueología y la etnología, que vinculan al hombre de Neandertal con estas trampas.

         El mecanismo de tales trampas se basaba en una losa amplia y de medidas regulares, cuyo peso fuera suficiente para aplastar o encerrar a la presa en una oquedad labrada en el suelo. El dispositivo que hacía caer la laja, era fabricado con varas de madera, que montadas con ingenio y tras ser movidas por el cuerpo del animal, este tingladillo que sujetaba la piedra se desmontaba accionando de forma inmediata la pesada losa. Para atraer la atención del animal: conejo, liebre, perdiz, gallinetas, torcaces u otros mamíferos más grandes, se debía colocar junto al armadillo de madera,  el alimento que por naturaleza suelen comer estos animales.

         La invención de las trampas de losas u otros artilugios, pudo ser consecuencia de algo casual, que hizo despertar la chispa del ingenio al testigo directo de aquel momento. El derrumbamiento accidental de un inestable lugar y el aplastamiento consecutivo de algún animal, que fue hallado por uno de estos hombres del pasado, quizás pudo ser la fuente inspiradora que generó en la mente de aquel atávico hombre, la curiosidad necesaria para investigar y crear tales trampas.

          El conocimiento pues por parte del superviviente de las trampas de losa, representa un valioso conocimiento que sin lugar a dudas, le podría ser útil en situaciones extremas. Pues los materiales necesarios para la fabricación de estas, son elementales y fáciles de obtener. Pero para que dichas trampas sean eficaces, estas deberán instalarse en aquellos lugares concretos donde existan claras evidencias de la existencia de animales de interés.

 Conocer pues los hábitos y costumbres de los animales supone un  aumento de las posibilidades, a la hora de tener éxito en la caza.

         Las trampas de losa también ofrece al superviviente, la posibilidad de atrapar las presas con vida. Este importante detalle hace que dicha trampa no sea catalogada como letal, pues la posibilidad de atrapar las presas con vida, es reconfortable para aquellos supervivientes que aman y respetan la vida. Ya que tras colocar un número de trampas, el trampero podrá liberar aquellas piezas, una vez obtenido el justo alimento para poder mantenerse con vida. Una oquedad a modo de pequeño foso situado justo por debajo de la losa convertirá este ingenio en una especie de cajón cerrado. 

         Para demostrar a mis alumnos de supervivencia que nuestra mente es nuestra principal herramienta, les propuse que confeccionaran ellos mismos nuevos mecanismos para hacer accionar las losas. El ejerció consistía en descubrir, el poder de creatividad que el ser humano posee. Además, si los nuevos resortes o disparadores eran efectivos, nuestra asociación de lobos negros contribuiría desde su creatividad, a mantener y ampliar este legado para que dicho conocimiento ancestral no desaparezca.

         A continuación exponemos algunas fotos de las trampas de losa que nuestros jóvenes lobos negros crearon.